jueves, 25 de septiembre de 2014

NO QUERER DORMIR



Porque la red es invisible y tiene huellas del tiempo donde inmortales los nudos,
parecen no querer dormir. Allá en el vidrio barnizado, se besan los dioses tristes
y cuando su latido acelera, dos manos silencian la flor, la rústica conciencia aletargada.

Puede que todas las razones sean las primeras en la fila. Tal vez los hilos fríos lloraron
y se han acurrucado, buenamente, en un silencio profundo y distinto…
pero nadie puede decir por qué la suerte dobló la esquina y luego, inerte,
un colibrí apareció muerto después del terremoto.

Tengo las manos cerradas, la historia ocurriendo, el aliento desnudo….

Y el viento reciclado, silbando silencios.
 

sábado, 2 de agosto de 2014

A FAUSTA



Me dejaste tragar los ácidos minutos
y desear que no fuera cierto…

Que te has ido y para siempre
como si el irse trocara labios
en muecas sordas para no intentar
la sonrisa, el alentado aliento, el morirse
despaciosamente.

No supe decirte adiós con mis manos
ni con el destino metido entre mis uñas
o con la crueldad de una tregua
dirigida hacia lo inevitable.

Te fuiste con mi cariño
madurado bajo la quietud
de un verso roto,
inmaculada la sombra,
abierta la fragancia…

Y ya no quedan remedios caseros
para este dolor impregnado de estertores,
se abisman los recuerdos
las tardes, las mañanas dulces
y tú no viniste a mí
olfateando mi sueño.
Cuando te fuiste,
el alma quedó prendida del techo
y en mi memoria inválida
volvió a ser noticia la tristeza,
bebiéndose mi soledad desértica
y amedrentada.

Te extraño
te echa de menos mi tiempo,
mi espacio
mi ciclo y mi fase rotunda.

Me dejaste y te has ido así.
No estás.
No hay nadie y de mí,

sólo queda la edad de la noche.

Liz Barrio
2 de agosto de 2014.

Fausta


jueves, 2 de enero de 2014

NADA MÁS















No fueron los años que duró la tormenta
ni aquel silencio cobijando las ideas, las malas ideas.
No tuvo la mañana latidos, ni los gritos fueron.

De sobra conocimos los vientos disecados
cuando el misterio azul dejó de serlo,
y reconozco que tu ruido me transformaba
lentamente
en el mutismo reservado a las gargantas estériles.

Tal vez la sombra de un relámpago tañendo mi pecho
dispuso a su antojo de todo lo que tuve,
quizá las huellas frías alertaron al tiempo por venir…
pero hoy pienso más y mejor debajo del adiós humedecido
y cada noche la gastada borrasca me dice que fui yo
sólamente
el cielo nublado de mi propio aguacero.


Liz Barrio

Enero 2, 2014.

AL FINAL DE LOS FINALES











Hoy, que indefensa emerge la noche
y la hora precisa se aproxima en el momento justo,
levanto la vista y las cosas que quería
sospechan del escueto sentimiento.
Hoy, una promesa distraída se olvida de sí
arrodillada hunde el miedo y abre unos brazos tercos
llenos de nombres ciegos que no miran atrás.
Hoy el ruido no reclama locuras sin esperanza
(se ha secado el grito en la garganta),
ganas tiene de nada, es muñeco del destino
un número más hecho de trapo y sal.
Hoy, maltrechas se derriban las lágrimas
de un Don Juan cínico y adolorido
desnudo y lacio.
Las arrugas de este día cierran los versos en pena,
abatidas han perdido el paso y un temblor de lágrima
hoy está cortándoles el hilo cándido
ajado
triste…
al final de los finales.


Liz Barrio

Diciembre, 2013.

martes, 26 de noviembre de 2013

SOPLO DE MÁRMOL
















En esta carne de sangre gris
caben la estrella y el pájaro
una es futuro y espejo
el otro
la pregunta sin rostro
el humo aletargado.

Ya no vienen los amores pequeños
a contarle una por una sus mareas y sus lunas,
ya no están dormidos en su vientre
ni lloran cantándole su respiración dormida.

En esta carne sin nombre
el tiempo ha desterrado al tiempo
y un soplo de mármol
inapelable
tiembla.



Liz Barrio
Noviembre 25, 2013.

viernes, 22 de noviembre de 2013

OLEANNA



(Sobre la obra teatral de David Mamet)

La justicia toma formas irreconocibles, espera,
es imposible no saltar desnuda al vacío.
Se han prohibido los gestos de amor
los sueños, la palabra a solas.

Entonces la injusticia crea una metáfora enferma,
en su punta afilada la verdad se desangra
como árbol sin aliento
igual que la vida rebotando inconsciente
ante un dolor torcido arrojándose al hueco baldío.

Soledad de avejentado rostro, muda y después ciega
celebras tu victoria de cartón para rematar la última esperanza.

Razón, tienes cara  de espanto
ante
        el
            siniestro
                           veredicto
                                           que cabe
                                                           en un vocablo:

Exactamente… exactamente.




Liz Barrio
Octubre, 15, 2013.